Abrojo, Mendibá para los Abakuá

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 55 segundos

El abrojo es una de las hierbas rituales de la Sociedad Secreta Abakuá, dentro de la cual, recibe el nombre de “Mendibá”. Según los entendidos, la planta resulta muy buena para reducir la inflamación, aunque no es la única dolencia del cuerpo para la que puede resultar un buen remedio.

Por su aspecto, esta mata podría pasar inadvertida a la vera de los caminos, escombreras, sembrados, cunetas e incluso en adoquinados urbanos. Sin embargo, detrás de la apariencia externa de la considerada mala hierba, se esconden propiedades medicinales de mucha utilidad para la salud humana.

PLANTA DE LOS MIL NOMBRES

Tal vez pocas especies en el mundo vegetal sean reconocidas con tantas denominaciones tan sugerentes por sus nombres. Así, el abrojo puede encontrarse, según la región geográfica, con los nombres como cuernos de chivo, tríbulo, roseta, abreojos, abrepies, mormaga, espigón, muela de lobo, abrojillo, clonqui espigón y abrojo chico.

Empero, la lista sigue, porque otros la identifican por cadillo, tríbulo, gokshura, trikanta, shadamshtra, abrul, cairell, gossos, cruz de San Antonio, sasilarra, bindi, burra gokhroo, cabeza de gato, cuerno del diablo, maleza del diablo, isihoho, cruz maltesa, maleza puntuda, rosa y encoja borregos. En tanto, en catalán es abrull; para el gallego, abrollo, y en vasco, salsilarra.

El abrojo, Tribulusterrestris por su nombre científico, es una planta que se caracteriza por arrastrar sus ramas por el suelo, alcanzando hasta un metro de longitud. Las hojas se hallan enfrentadas y se componen de cinco a ocho pares de hojuelas. Las flores son pequeñas, con cinco sépalos puestos en forma de lanza y cinco pétalos amarillos que forman la corola y son más largos que el mismo cáliz, y la rematan diez estambres.

Los frutos dl abrojo se utilizan por lo general como tónicos y en algunos sitios destacan su utilidad de astringentes en hemorragias y disentería/ Foto tomada de Internet

Por su parte, el fruto seco es deprimido, el cual cuando llega a su plena maduración, se expande en cinco pequeños frutos cada uno con dos cuernos largos y punzantes que acaban separándose unos de los otros. Es una especie tan vellosa que en ocasiones toma un aspecto blanquecino. Florece en primavera y verano a partir del mes de abril; mientras, es aconsejable la recolección de las partes aéreas una vez que se ha producido la maduración de los frutos.

LA FARMACOPEA POPULAR ACONSEJA

Según la botica de la abuela, las partes utilizadas del abrojo son las sumidades floridas, cuyas propiedades terapéuticas por vía interna se han empleado para el tratamiento de las litiasis urinarias (especialmente en casos de cólicos nefríticos), aunque también se le reconocen sus dotes como analgésico, diurético, espasmolítico e hipotensor de acción moderada.

En la medicina natural y tradicional es recomendada de forma tópica para tratar heridas, eccemas, estomatitis, faringitis y parodontopatías.

En cuanto a sus frutos, los utilizan por lo general como tónicos, y en algunos sitios destacan su utilidad de astringentes en hemorragias y disentería.

De acuerdo con los estudios realizados, las propiedades medicinales del abrojo están asociadas a su composición. Luego, de acuerdo con  los estudios realizados e investigaciones, los frutos contienen una sustancia glicosídica que todavía no está bien definida.

También se sabe que contiene saponósidosesteroídicos, flavonoides como kenferol, quercitrósido, diosgenina, hecogenina, ruscogenina y espirosta-dieno y trazas de alcaloides como harmano y norharmano.

Para preparar la infusión se toma una cucharadita de las partes aéreas de la planta y se añade a una taza de agua hirviendo. Se toma 2-3 veces al día.

El modo más usual de consumo es en decocción, con 2-4 por ciento de planta tomando 100-150 ml, o la maceración al dos por ciento, ingiriendo 250 ml en ayunas en ambos casos. De emplearse el extracto, la dosis a ingerir es de diez gotas de una a tres veces al día, o de la tintura de 20 o 30 gotas tres veces diariamente.

Para el uso por vía tópica sobre heridas o eccemas se emplea la decocción y se aplica en forma de lavados, compresas o fricciones.

Ahora bien, ojo con las contraindicaciones. Debe tenerse especial precaución con esta planta, ya que todas sus partes contienen alcaloides potencialmente tóxicos. Siempre será aconsejable utilizarla bajo prescripción médica. En todo caso debe evitarse su consumo durante el embarazo y período de lactancia; en niños y pacientes con hepatopatías o problemas de fotosensibilidad.

En otro orden, resulta oportuno restringirse a dosis pequeñas, en tratamientos discontinuos y bajo control médico por la acción neurotóxica de alguno de sus alcaloides y la acción hemolítica de las saponinas.

En la religión Yoruba, el arrojo le pertenece a Inle, con la creencia de que “es muy bueno para lo malo”.

SI TE PICA LA CURIOSIDAD

Un abrojo (de abre y ojo), o miguelito en Hispanoamérica, es un arma simple formada por cuatro o más púas metálicas afiladas de unos pocos centímetros de largo, dispuestas en forma de tetraedro, de tal manera que al dejarla caer al suelo, una de las púas siempre apunta hacia arriba, mientras las otras forman la base.

Dichos artilugios se esparcen sobre el terreno, habitualmente en gran cantidad, para obstruir el avance de caballos, camellos, elefantes de guerra, carruajes o soldados de a pie. En tiempos modernos se han usado contra los neumáticos de los vehículos.

Los antiguos romanos lo llamaron tribulus (por la planta de la misma forma) o murexferreus (hierro puntiagudo). En latín medieval se lo conoció como calcitrappa (de donde “calcitrapa”, que es el nombre de varias plantas con cabezuelas florales espinosas).

Los llamados abrojos o miguelitos fueron armas utilizadas desde la antigüedad en las campañas bélicas/ Foto tomada de Internet

Los abrojos de hierro fueron usados en el año 348 a. C. en la batalla de Gaugamela, según Quinto Curcio Rufo. El historiador militar romano Flavio Vegecio Renato, refiriéndose a los carros de guerra en su obra De re militari, escribió:

“Los carros armados usados en la guerra por Antíoco y Mitridates aterrorizaron a los romanos al principio, pero luego hicieron burla de ellos. Como un carro de este tipo no siempre encuentra terreno llano, el mínimo obstáculo lo detiene. Y si uno de los caballos resulta muerto o herido, cae en manos del enemigo. Los soldados romanos los inutilizaron con la siguiente estratagema: en el momento en que el combate comenzaba, esparcieron abrojos por el campo de batalla, y los caballos que tiraban de los carros, corriendo a gran velocidad sobre ellos, fueron infaliblemente heridos”.

Los escoceses usaron estos artificios con éxito contra los ingleses en la batalla de Bannockburn, en 1314, para detener a los jinetes. El clan Drummond esparció abrojos, deteniendo a la caballería inglesa en una batalla que dejó más de 4 mil soldados ingleses muertos y Eduardo II tuvo que retirarse. El uso de esta arma contribuyó decisivamente a la victoria escocesa. También fueron empleados en la guerra de Vietnam, en ocasiones con las puntas untadas de veneno o excrementos para provocar la infección de las heridas.

 

Visitas: 51

Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *