“Hay que rescatar la autoridad y el papel del arquitecto en Cuba”

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Irán Millán Cuétara, Conservador de Cienfuegos, acaba de ser honrado con el Premio Nacional a la Vida y Obra de Arquitectura, conferido por la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba. El mérito se conoce poco después de su obtención del Premio Nacional de Patrimonio Cultural por la Obra de la Vida.

A propósito de ambos reconocimientos de primer orden, 5 de Septiembre entrevistó al prestigioso profesional, inveterado defensor de la ordenanza y la preservación del Centro Histórico Urbano de Cienfuegos, Patrimonio Cultural de la Humanidad.

La Arquitectura define una de las imágenes visibles de la humanidad, muy vinculada al hombre y su acción sobre el entorno. El recuerdo de los siglos se establece con base en esa obra.

¿En qué medida cree que la realizada hoy en Cuba pueda influir en un buen recuerdo del presente nacional? ¿Se respeta, tiene en cuenta y opera como referente el arquitecto en la actualidad nacional?

“Cada época va dejando su huella en la ciudad o asentamiento humano. Es como un libro abierto donde podremos leer sus realizaciones, su cultura, desarrollo económico y social; así como las relaciones establecidas entre cada grupo social que la generó.

“La última etapa cubana, después del triunfo revolucionario, enfiló sus objetivos a la solución de los graves problemas sociales del pueblo, incluyendo la vivienda y los programas públicos de beneficio social, y se empleó el prefabricado como vía rápida de solución de las grandes demandas.

“Fueron excluidos los Centros Históricos de las nuevas obras, al no asumirse allí tipologías que podrían destruir el valor patrimonial de los conjuntos cubanos heredados. Aunque estos no se restauraron, tampoco sufrieron el embate de la nueva moda del prefabricado. Esto es un logro de la Revolución, unido a toda la legislación aprobada para la preservación patrimonial y los Planes Directores de cada cabecera importante.

“Los actuales programas económicos generados por el Turismo y otras esferas de la sociedad han traido consigo una proliferación de tipologías y expresiones arquitectónicas que, si bien de manera individual algunas pueden trascender, en su generalidad se han expresado de forma muy dispersa en lo formal y sin un sello que nos identifique con real claridad.

“La obra individual realizada por la población, con sus claras limitaciones económicas y materiales, no ha posibilitado superar el esquema de una caricatura del chalet de bajo costo. No se han impuesto paradigmas arquitectónicos que sirvan de modelos al alcance de la población, que puedan ser multiplicados, por lo que existe una coexistencia en nuestras ciudades de arquitecturas de diferentes etapas que impide trascender el sello identitario del desarrollo constructivo doméstico.

“El papel rector del arquitecto durante todo el proceso de diseño y construcción de cada obra ha perdido su protagonismo, en tanto priman las decisiones económicas, materiales y de directivos, todo lo cual a ciencia cierta afecta la calidad estética y funcional de la obra proyectada. Hay que rescatar la autoridad técnica y de derecho que tiene este alto profesional de la Arquitectura y su papel en la sociedad. De lo contrario, seguiremos construyendo pero no haciendo arquitectura, y, por ende, ni pensar que así podremos ser reconocidos como futuros patrimonios culturales del país ni del mundo”.

Conservar, velar, proteger han sido signo y sino suyos. ¿Por qué?

“En mi formación académica tuve la dicha de tener excelentes profesores y tutores que me educaron en el respeto por el patrimonio cubano. Ello me permitió incorporar disciplina y dedicarme a mi labor, con el apoyo directo del Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (Cencrem), de Patrimonio Cultural y del Gobierno en el territorio. Aprendí a percibir la trascendencia de Cienfuegos en el patrimonio cubano, aunque para mi época de inicio solo eran valoradas como monumentos las primeras villas fundadas en el siglo XVI; logramos primero declarar a Cienfuegos como Monumento Nacional y luego Patrimonio Mundial, en 2005.

“La visión —pienso que adelantada— de los valores que poseía  esta ciudad, evitó su destrucción patrimonial y generó un movimiento  de orgullo local que propició el rescate y salvaguarda de la memoria física de nuestra villa.

“Estamos obligados a cuidar y desarrollar a Cienfuegos; a preservar sus valores patrimoniales, incorporándolos a la vida contemporánea, propiciando nuevas inversiones y obras que nos hablen del siglo XXI, pero en total armonía y respeto con/por la ciudad tradicional. Todo lo nuevo de valor tendrá cabida, para que rutile y se incorpore al brillo que identifica a la Perla del Sur”.

¿Cuál es el motivo de su pasión, de su amor por Cienfuegos, pese a no haber nacido aquí, sino en el Mariel?

“Desde hace mas de 50 años, cuando llegué a Cienfuegos, la ciudad me cautivó. Pensé que había llegado a París o Roma, por su trazado, su limpieza, su Malecón, el Paseo del Prado, su gente culta y educada. Me identifiqué con su vida, me enamoré de una cienfueguera que me enseñó a cultivar el amor por esta tierra de orgullo y prestigio.

“Eché raíces. Tengo un hijo que ha seguido mis pasos por la historia, una nieta maravillosa y una población que me ha acogido como uno más de los suyos, dirigentes que me han permitido materializar mis sueños y realizaciones como persona, profesional y revolucionario. ¡Qué me queda —si lo tengo todo—, sino entregarme a Cienfuegos en cuerpo y alma, con pasión por todo cuanto atesora; sino sentirme cubano las 24 horas, pero sobre todo cienfueguero!”.

¿Qué desearía transmitirle a los habitantes de esta ciudad?

“Optimismo, orgullo y pertenencia. Que se sientan cada mañana privilegiados de vivir en tan maravilloso sitio; de poseer una de las bahías más hermosas del país; y de integrar un conglomerado urbano con una formación culta, con clase  y un pensamiento que siempre  hace pensar en grande y en el mejoramiento humano”.

¿Cuáles son los mayores gozos y sombras de su trabajo de Conservador? ¿Cuánto depende y cuánto no depende de sí para tomar las acciones necesarias derivadas de su función?

“En Cienfuegos se cuenta con una voluntad política probada y puesta en marcha desde hace muchos años. Contamos con el total respaldo de las máximas autoridades del territorio para materializar nuestros sueños, proyectos. La Oficina del Conservador de la Ciudad y la Comisión Provincial de Monumentos son baluartes para la asesoría y proyección de la dirección del territorio, y se ha logrado una unidad que ha hecho trascender a Cienfuegos y su patrimonio mundial, más allá de sus limitaciones económicas.

“El Conservador y su equipo tienen la finalidad, en tanto servidores públicos, de preservar y desarrollar la ciudad patrimonial, donde despliegan su accionar. Lograr que sus habitantes vean a esa plaza como su casa grande, que sientan orgullo y compromiso por ella, son las divisas fundamentales para que el Conservador pueda contar con ellos. Un pueblo como el de Cienfuegos, que no solo se preocupa por la calidad del pan, sino que además exige por la belleza y el rescate de su patrimonio, es un pueblo con el que se puede trabajar y tener resultados como los que progresivamente vamos logrando en esta hermosa ciudad.

“Las sombras siempre asoman, mas no pueden opacar el brillo de lo que hacemos por el bien de este pueblo. Nos preocupa la falta de interés de algunos por preservar valores ciudadanos que desde hace cerca de 200 años nos caracterizan. Estos no se sienten propietarios de la parte de la ciudad que disfrutan y, por tanto, no la protegen ni cuidan. Nos preocupa la no sistematicidad de acciones administrativas, que son el sostén de la funcionabilidad de un asentamiento. Unido todo ello a la proliferación de indisciplinas sociales que, al parecer, ya las tenemos como normales”.

¿De coches, wifi en parques y otras fenoménicas —partes casi obligatorias del escenario actual—, qué opina, en la medida de su afectación al entorno?

“La ciudad es el escenario por excelencia de las diferentes manifestaciones y comportamientos de sus ciudadanos. Depende de su educación, orgullo y compromiso con ella la calidad de su tratamiento en pos de enriquecerla y cuidarla como la niña de sus ojos. La carencia de transporte ha generado la proliferación de carretones, más que de coches. Es un medio obsoleto de pasadas centurias, pero ahora con una expresión vulgar y provocativa, que destruye el ambiente urbano cualificado junto a su higiene.

“Hay que reordenar los recorridos permisibles para la continuidad, por el momento, de este medio de transporte, mejorar su estética y el comportamiento de algunos cocheros, de manera que ellos también puedan estar a la altura de este pueblo culto y educado que estamos consolidando.

“El uso de los espacios públicos para la implementación de la wifi ha generado una sobreutilización de los mismos —por lo limitado de los puntos de recepción en la ciudad—, con el consiguiente deterioro de los componentes del mobiliario urbano: bancos rotos, áreas verdes muy dañadas y comportamiento social inadecuado por sus usuarios, lo cual ha destruido el ambiente de sosiego, tranquilidad y privacidad de la población que desea seguir disfrutando de sus parques y paseos.

“La incorporación de las cajas de música andantes o bafles castiga a la población, al imponer sus propietarios altos decibeles y pésima música que nadie les solicitó. Esto ha dañado las relaciones sociales que caracterizaron a Cienfuegos, con una alta contaminación sonora, inédita. Ya hasta disfrutar del fresco marinero en las noches de nuestro malecón, se ha convertido en una tortura y una competencia sin límite de estas ‘cajas’, que son la máxima expresión del mal gusto, del irrespeto al prójimo y del disfrute pleno de la ciudad encantadora y mágica que tenemos el privilegio de habitar”.

¿Qué acciones fundamentales ya han sido realizadas como parte del Programa Bicentenario? ¿Cuántas restan aún?

“El trabajo desarrollado desde hace varios años en Cienfuegos forma parte de ese Programa diseñado, planeado y aprobado por la Asamblea Municipal del Poder Popular. Es una fiesta cultural de gran trascendencia social donde se han incorporado todos los actores de la sociedad, encauzando sus presupuestos de forma intencionada en función de los 200 años de la ciudad.

“Se han proyectado muchos sueños que hacemos realidad de forma sistemática y escalonada hasta el 2019 y que vamos regalando a la población en fechas significativas, en tanto motivo de regocijo y gran alegría para esta linda familia que conformamos todos, incluyendo visitantes nacionales y foráneos. Sirvan a modo de ejemplo palpable de estas realizaciones: la Plazuela de la Juventud, La Sureña, el Centro de Interpretación del Patrimonio sede de la maqueta del Centro Histórico, la Expo Feria Artesanal en el Bulevar cienfueguero, los nuevos talleres de la Escuela de Oficios, el Café Paulina, la Galería Santa Isabel, el Centro Cultural o Complejo Cultural Palacio Leblanc, la restauración del Arco de Triunfo y de los mosaicos del teatro Tomás Terry, el hotel San Carlos Meliá, la reparación de múltiples escuelas, círculos infantiles, farmacias, mercados industriales, parques y demás inversiones que de forma progresiva se están concluyendo para la trascendental fecha.

“Falta mucho por hacer, pero todo está encaminado y terminará a tiempo. Estamos convocados a impregnarle el dinamismo y la pasión que demanda esta recta final, para así dar respuesta cabal a esta población que nos reclama y necesita de nuestras acciones para, entre todos juntos —con optimismo, alegría y celebración del deber cumplido—, festejar el aniversario 200, en 2019”.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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