3 de julio de 1962: Cuba responde contundente al bandidismo

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La creación el 3 de julio de 1962 del cuerpo de Lucha Contra Bandidos (LCB), subordinado al Ejército Central —de apenas un año y dos meses de constituido—, convirtió a aquel en una fuerza capaz de contrarrestar, aunque a un alto precio de vidas de los mejores hijos de la Patria, al bandidismo en la zona central de la Isla, una de las primeras y más sangrientas agresiones de Estados Unidos contra el Gobierno y pueblo cubanos en los primeros años de la Revolución.

Con apego a la frase de Fidel de que “una revolución vale sólo si es capaz de defenderse”, era aquella la contundente respuesta del joven proceso victorioso a las bandas creadas y mantenidas por la Agencia Central de Inteligencia de los los Estados Unidos (CIA), que les aseguraba armas y pertrechos a los grupos de contrarevolucionarios que se alzaban en las montañas cubanas, principalmente en el macizo de Guamuhaya, llamado popularmente del Escambray.

Desde finales de 1959 estuvo ya presente la acción de bandas de asesinos, procedentes principalmente de los cuerpos represivos de la derrocada tiranía batistiana y otros residentes en zonas rurales, confundidos y recelosos de la palabra comunismo que les presentaban como lo peor que pudiera ocurrirle a su familia. Posteriormente esas filas se fueron nutriendo de elementos desclasados y de otros infiltrados. Esos grupos irregulares proliferaron y cometieron toda clase de atropellos, asesinatos, violaciones, incendios y robos, hasta que en 1965 quedaron definitivamente aniquilados por el pueblo uniformado, combatientes del cuerpo de Lucha Contra Bandidos (LCB) creado para eliminar esa plaga que desató una situación de guerra civil en las montañas cubanas.

Desde antes del primero de enero de 1959 el gobierno imperialista de Eisenhower comenzó a sentar las bases para infiltrar agentes y librar esta guerra. La CIA sabía que en la Sierra Maestra, donde existieron siempre grupos de revolucionarios muy cohesionados, era difícil penetrar. Supo que en el Escambray operaban movimientos guerrilleros del M-26-7 y del Directorio Revolucionario, que también eran impenetrables, pero allí operaba además un grupo dirigido por Eloy Gutiérrez Menoyo, que había sido separado de las filas del Directorio y creó una organización que pomposamente llamó Segundo Frente Nacional del Escambray.

Plinio Prieto, elemento divisionista de la Organización Auténtica, fue la primera de las figuras infiltradas en la cordillera central por la Agencia. Luego sumarían a dos agentes de la propia CIA, los norteamericanos William Morgan y John Spirito, que llegaron aureoleados con sugestivas leyendas preparadas por los oficiales en Langley, y se convirtieron en los hombres de confianza de Menoyo.   Esa organización seudo-revolucionaria derivaría en un grupo anti-unitario, militarmente inactivo contra Batista, que no aceptó la línea de unidad y cohesión de todas las fuerzas planteada por el Che a su arribo al Escambray, y que éste llamó, “los comevacas”, porque eso precisamente resultaban ser.

Como este grupo se comportaba como bandas de bandidos y no como organización realmente revolucionaria, el campesinado que tuvo contacto con ellos se hizo una mala opinión y desconfiaron de los que después serían la fuerza gobernante en el país. Ello explica que tras el triunfo de la Revolución no pocos de ellos se negaran a apoyar a la nueva sociedad que nacía, con lo cual de hecho se convertían en presa fácil del proselitirmo a favor de los alzados contra la Revolución.

Antes de la creación del cuerpo de la LCB, grupos de milicianos de todas partes del país enfrentaron hasta días antes de la invasión de Playa Girón, en 1961, a los primeros grupos contrarios al Poder del pueblo libre de Cuba, destruyendo así el plan de la CIA yanqui de utilizarlos como quintacolumna de la fuerza mercenaria desembarcada. Después de la primera derrota militar del imperialismo en América, la actividad del bandidismo en las montañas cubanas, en especial en el Escambray, pasó al primer plano de la estrategia del imperialismo, y esto desató lo que Raúl Castro denominó: “la guerra civil que libramos después de la guerra civil contra Batista, fue consecuencia de la violencia desatada por los sectores reaccionarios, una lucha esencialmente de clases”.

Fue esa “la otra guerra” que la Televisión Cubana presentó recientemente, con toda la veracidad y crudeza que realmente tuvo, como pueden constatar los miles de combatientes revolucionarios que participaron en ella.

En todo el país la CIA creó otros grupos que llegaron a sumar 4 mil efectivos, divididos en 199 bandas, a las que desde Washington enviaban aviones con grandes cantidades de pertrechos que dejaban caer en paracaidas. Pero aun así, fueron aniquiladas a mediados de 1965. Porque como expresara nuestro Fidel:  las guerrillas siempre tienen que ser contra los tiranos, no contra el pueblo, porque si no estarán siempre condenadas al fracaso.

Recordamos que entre los combatientes revolucionarios que lograron la destrucción del  bandidismo, los integrantes de nuestra Seguridad del Estado tuvieron un papel también muy efectivo, en nuestro caso, dirigido por dos cienfuegueros, Luis Felipe Denis y Aníbal Veláz Suárez, así como decenas de combatientes de esas filas y miles de combatientes de la LCB, a quienes nuestro pueblo reconoce y agradece.

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Andrés García Suárez

Periodista, historiador e investigador cienfueguero. Fue fundador de 5 de Septiembre, donde se desempeñó como subdirector hasta su jubilación.

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