¡Somos constituyentistas!

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 31 segundos

Autor: Renato Altuna Arce

La constitución nace con el Estado y el Derecho y por idénticas causas. Un Estado, cualquiera que sea su tipo y la sociedad sobre la que se erige, siempre está organizado de un modo, determinado en última instancia; por la base socio-económica, las relaciones sociales de producción que se establecen, de las cuales, la forma de propiedad predominante viene a ser expresión de su esencia clasista, las relaciones existentes entre los hombres y entre estos y el Estado, los derechos que a los mismos se les reconocen, las obligaciones que les son insoslayables cumplir y la estructura de los órganos de poder que lo ejercen, junto a las funciones de cada uno de ellos, siempre en concordancia con los intereses de la clase económicamente dominante.
Pero la constitución escrita, en un solo documento, hoy conocida como “Ley de Leyes” o “Ley Fundamental”, o simplemente “Constitución”, es fruto de las triunfantes revoluciones burguesas del siglo XVIII, en su lucha por barrer las arbitrariedades del sistema feudal y refrendar en una norma que estableciera todos o algunos de los aspectos arriba mencionados, como fueron: la norteamericana de 1787, la francesa de 1791, ambas con declaraciones de derechos previos que les sirvieron de preámbulos, en los que se enunciaban los derechos del hombre y del ciudadano. Constituciones, redactadas por intelectuales y miembros de la alta burguesía que asumieron pretendidamente la voz de la nación, y en algunos casos eludieron la palabra pueblo.

La historia constitucional patria, tras sus antecedentes de las cinco primeras décadas del siglo XIX, arranca en 1869 con la Constitución de Guáimaro y continúa con las de Baraguá (1878), Jimaguayú (1895) y La Yaya (1897), hijas de la Revolución iniciada por nuestros mambises con un objetivo principal: la independencia con respecto a España, las dos últimas imbuidas del ideario martiano, expresado en las Bases y los Estatutos del Partido único forjado para lograr la independencia y una República “con todos y para el bien de todos”: el Partido Revolucionario Cubano. Constituciones redactadas por los líderes mambises, en representación de las regiones en que se dividía la Isla en aquellos momentos.

La intervención norteamericana frustró el sueño martiano. Les sucedieron otras, ya en la República neocolonial, a partir de la de 1901, la tristemente conocida como la de la “prórroga de poderes” de 1928; varios Estatutos Constitucionales a partir de 1934; tras los gobiernos instituidos después de la caída del tirano Gerardo Machado en 1933, hasta llegar a la de 1940, concebida y promulgada en un contexto internacional y nacional favorables a la izquierda que, con la presencia entre los constituyentistas de miembros del partido Unión Revolucionaria Comunista, hicieron de ella una de las más progresistas de América Latina, al punto que en el Programa del Moncada, nuestro Comandante en Jefe indicó que, su reposición, tras el triunfo revolucionario, devolvería la soberanía al pueblo.

Burlada con los Estatutos Constitucionales de 1952, hijos del golpe de Estado de Fulgencio Batista, que solo el triunfo revolucionario de enero de 1959 echaría abajo y con la Ley Fundamental de 7 de febrero de ese año, repondría, con necesarias modificaciones, la ansiada Constitución de 1940. En fin, todas ellas elaboradas por diversas comisiones creadas en cada uno de esos momentos históricos. Por vez primera supo nuestro pueblo qué era discutir un anteproyecto en 1975, tras el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, nacido de la unión de todas las fuerzas que posibilitaron el definitivo triunfo, cuando tuvimos la oportunidad de opinar con respecto a la vigente Constitución de la República de Cuba de 1976, aprobada en referendo popular.

Cubanos, precisamos que todos, luego de estudiar minuciosamente el presente anteproyecto, desempeñemos el rol al que se nos convoca en nombre de la amplia democracia que caracteriza a nuestra Revolución, en cada centro de trabajo o estudio, pues ya finalizaron las discusiones en los barrios, analicemos título a título, artículo por artículo de tan importante proyecto. Expongamos con respeto nuestras ideas de cómo debe ser la norma fundamental, que reflejará la Cuba en que ahora vivimos en todos sus aspectos y trazará los principios por los que se enrumbarán los destinos de la Patria, quién sabe por cuánto tiempo, antes que la necesidad histórica lleve a nuestros sucesores a hallar, de pie sobre el triunfo cierto de nuestro socialismo, futuras realidades y aspiraciones, siempre fieles a este justo sistema, para refrendarlas en otro nuevo que, cual el que forjemos hoy, se portará en el bolsillo y en el corazón, conocedores de nuestros garantizados deberes y derechos y el Estado que creamos y defenderemos.

*Especialista en Derecho Civil. Juez del Tribunal Provincial de Cienfuegos.

Visitas: 105

5 de Septiembre

El periódico de Cienfuegos. Fundado en 1980 y en la red desde Junio de 1998.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *