115 años del Arco de los Obreros de Cienfuegos a la República

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El sueño martiano se malograba en la confusión de los hechos. Aquel 20 de mayo de 1902, los cubanos asistían al nacimiento de su República con la esperanza de que fuera la prometida “con todos y para el bien de todos”. Se había disuelto entonces el Partido Revolucionario Cubano e impuesto la Enmienda Platt. La bandera izada en El Morro era un guiño a la soberanía. Bajo la tutela colonial de Estados Unidos, la República nacía atada de pies a cabeza.

Pero ante un suceso sin precedentes en la historia de la nación, la sociedad se multiplicaba en esfuerzos para celebrarlo. Veteranos de las guerras por la independencia dieron su aprobación y contribuyeron a las conmemoraciones.  La ciudad de Cienfuegos festejaba a la par de sus similares a lo largo del archipiélago, con monumentos, sesiones solemnes y construcciones alegóricas.

“…además de los artísticos y hermosos arcos de triunfo levantados en la Calzada de Dolores y en las calles de Castillo, Santa Cruz, San Carlos, San Fernando, Estación del Ferrocarril, Paseo de Arango, Ayuntamiento, Aduana, , etc., figuró la Primera Exposición Local de Ciencias, Artes e Industria (…) La Constitución de la República fue celebrada unánimemente por el pueblo de Cienfuegos, pues tomaron parte en este regocijo todos los elementos de la ciudad, identificados con la alegría de los cubanos por este acontecimiento”.

Así lo reseñan Pablo L. Rosseau y Pablo Díaz de Villegas en su Memoria descriptiva, histórica y biográfica de Cienfuegos. Entre las obras destacó el Arco de los Obreros a la República Cubana, erigido en el extremo oeste de la Plaza de Armas (actual parque Martí) como expresión del afecto de los trabajadores a la nueva nacionalidad.

La idea del monumento surgió del desvelo de las mujeres que integraban el Club Patriótico La Cubanita, dirigido por Rita Suárez del Villar. En respuesta a esa aspiración, el maestro de obras Antonio Ferrer  propuso la edificación de un arco de triunfo, concebido a la manera clásica de los existentes en Francia e Italia. Con el apoyo de logias, sociedades y empresas, el 1ro de mayo de 1902 inició su ejecución a mano de reconocidos alarifes y carpinteros. En el taller de fundición de Diego Clark se moldearon en bronce todas las letras y en el madrugada del día 19 el pretendido homenaje se erguía sobre la Plaza, entre las palmas que todavía hoy lo acompañan.

A la ceremonia de inauguración fueron las principales autoridades de la urbe, incluido el cónsul estadounidense Mr. F. Baher. En tres astas situadas sobre el arco se izaron entonces la bandera nacional, la de Cienfuegos y la de los trabajadores. Los patriotas Anita Fernández Velazco y Antoñico Argüelles asistieron como padrinos del proyecto.

Según Rosseau y Díaz de Villegas,  los actos transcurrieron de forma sencilla y con participación popular. “A las 80 y 30 minutos de la mañana del día 20, a los acordes del Himno de Bayamo, ascendía pausadamente, bizarra y majestuosa, la enseña de un pueblo libre y soberano, luego de haber descendido también majestuosamente al tocarse el Himno Americano, el pabellón victorioso de la nación amiga que había cumplido de un modo tan justo y glorioso sus ofrecimientos al pueblo de Cuba”.

Medio siglo después, en 1952, el Arco de los de Obreros era el único sobreviviente entre los muchos con que la ciudad saludara el insólito advenimiento. A 115 años de colocada la primera piedra junto a joyas y monedas de oro, no se tienen noticias de otra construcción similar en el país; homenaje a una República que volvería a su vientre hasta el próximo alumbramiento.

Trabajo relacionado:

– El acto teatral burlesco del 20 de mayo de 1902

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Roberto Alfonso Lara

Licenciado en Periodismo. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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